Nos disponíamos a preparar el regreso a casa, sin prisas pues teníamos todavía un par de días de vacaciones.
Decidimos tomar la ruta más larga, salimos de Lugo con dirección Ourense para enlazar allí el descenso a Madrid por la A-6. En Monfote de Lemos cogimos la carretera de los Cañones del Sil.
Fue todo un acierto, el tiempo estaba a nuestro favor y gracias a ello pudimos disfrutar de las maravillosas vistas, hicimos paradas en los miradores y comprobamos que las alturas de los acantilados te dejan sin respiración. Me impresionó la cantidad de viñedos que había por la parte alta, colocados de forma escalonada, todos ellos muy bien cuidados.
Ha sido toda una experiencia alucinante, incluido el conducir por esa carretera que te hace subir la adrenalina.
Cuando llegamos a la parte baja del cañón, creíamos que estábamos cerca de Ourense pero lo que no podíamos imaginar es que todavía nos quedase un gran trecho hasta llegar. De modo que decidimos hacer paradas en las pequeñas aldeas para disfrutar de la tranquilidad y la soledad del lugar que nos transmitía una paz que aumentaba nuestras ganas de seguir así durante mucho mas tiempo. Las carreteras iban en ascenso y descenso, hasta que divisamos en lo alto de una cima un castillo que nos atrajo. Estábamos llegando a Castro Caldelas, el sol iba decayendo por lo que debíamos buscar un sitio donde dormir, ya que de seguir carretera lo más probable era que nos tocase dormir en el coche.
Encontramos una casa rural en el centro "Pousada Vicente Risco", donde cogimos habitación por una noche, y como no iba a ser menos decidimos explorar el castillo que nos llamó tanto la atención.
Todo un señor castillo, llegamos justos de tiempo ya que estaban a punto de cerrar, el guardián se portó muy bien con nosotros y nos dejó recorrer las instancias del castillo con toda tranquilidad, dentro se conservan utensilios antiguos que los vecinos tenían expuestos para deleite de los curiosos. Había desde sillas de bebe, utensilios de cocina, de costura, monedas.... la visita al castillo fué el colofón a un día lleno de sorpresas, nos recorrimos las calles del pueblo que nos dejó buen sabor de boca pero nuestros cuerpos ya se encontraban agotados.
Cenamos en la zona y nos fuimos a dormir, a la mañana siguiente bajamos a desayunar, para organizar el regreso y para nuestra sorpresa nos tenian preparado un gran desayuno, no faltó de nada en la mesa, nos dejó impresionado el trato de la "Pousada Vicente Risco". Muy a nuestro pesar retomanos el regreso ya pensando en dejar la aventura la proxima vez, que si nos dejamos llevar podriamos no llegar a nuestro destino en otros cuantos dias.
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